martes, 19 de noviembre de 2013

Aquel gordo torpe de Santa Fé....

Un equipo juvenil de Newel,s old Boys fue  a jugar un partido amistoso a cierto pueblo escondido de la provincia de Santa Fé. La idea era captar talentos. El delantero centro del equipo del pueblo era un gordo torpe que metió cuatro goles. Jorge Griffa  ordenó que se le fichara  contra la opinión de todos los entrenadores del club, que alegaban razones técnicas, físicas y hasta estéticas. Griffa tenía una única razón: nadie mete cuatro  goles por casualidad. Aquel gordo ya se llamaba Gabriel Omar Batistuta.


Giraudeux escribió que " el deporte consiste en delegar en el cuerpo algunas de las virtudes más fuertes del espíritu; la energía, la audacia y la paciencia". Esa frase se le puede aplicar a Batistuta mejor que a ningún otro jugador conocido. En este fútbol de farándula de hoy, complace recordar en este blog a un jugador que, sin grandes condiciones, se convirtió en un goleador de época. A una naturaleza mezquina se la disimula con inteligencia y se le gana con voluntad. Batistuta nunca polemizaba porque se distraía y no regateaba porque no sabía.

Por eso cada gol suyo que recordamos es una lección de vida. A día de hoy hay miles de jugadores mediocres que no entienden que con excusas no se mejora. Esos jugadores me sirven de contraste, para enaltecer los valores, en apariencia menores y perdidos hoy en día, de Batistuta, el hombre contra el que no pudo la mediocridad y con el que tampoco pudo la gloria.

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