Todos hemos oído frases que nos han emocionado, momentos que uno siempre recuerda, frases enaltecedoras del fútbol, unas más que otras. Por citar alguna de ellas, podríamos citar a Bill Shabkly y su famoso " El fútbol, no es cosa de vida o muerte, es algo mucho más serio que eso". George Orwell, el autor de por ejemplo 1984 dejó escrito también que " durante los años de entreguerras, el fútbol hizo más que ninguna otra cosa por hacer soportable la vida de la gente". Otro escritor, Albert Camus, dejó dicho: " Todo lo que sé de la moralidad de los hombres lo aprendí jugando al fútbol". Más sencillo, Kevin keegan declaró: "El asunto más difícil es algo que reemplazable al fútbol, porque no hay nada".
Pero ninguna de estas frases puede equipararse a la historia que hoy os voy a relatar. Es una historia que mezcla una parte triste
, otra parte de superación personal y otra parte de un amor demostrado por este deporte que pocas veces ha sido repetido.
Es la historia de un nombre que a muchos os sonará a jugador de la NBA, o a jugador de Premeier medianamente conocido a día de hoy, pero hay que remontarse mucho más atrás para conocer su historia. Es la Historia de Derek Dooley.
Dooley había nacido en Sheffield, que muchos consideran la verdadera cuna del fútbol, en 1929. Pronto, destacó como un gran goleador, primero en el YMCA, luego en el Lincolns y finalmente en el Sheffield Wednesday, al que se incorporó en un mal momento, cuando estaba en segunda división. Sus 46 goles catapultaron al equipo a primera.
En esa categoría jugaba su segunda temporada, con veinticuatro años y convertido en gran ídolo local, del que se empezaba a hablar para la selección, cuando el 14 de Febrero un choque con el portero del Preston North End, George Thompson, cambió para siempre su vida. Su pierna sufrió doble fractura de tibia y peroné, según relejó una exploración de rayos X, y fue rápidamente operado. A los dos días una enfermera notó que no respondía cuando le tocaba con las manos el dedo gordo del pie. Había perdido la sensibilidad.
Se había iniciado una gangrena contra la que no había curación posible, y no hubo más remedio que amputarle la pierna. Lo que en principio parecía una lesión grave y lenta, pero curable, le iba a apartar del fútbol de por vida.
O no, porque entonces Dooley soltó esa frase que recorrió la isla de punta a punta al día siguiente: "Da igual, corten la pierna. Hagan lo que tengan que hacer. Si no puedo servir para otra cosa, ni siquiera me importará que me usen para banderín de córner".
Se le ofreció un gran homenaje, en el que se enfrentó un combinado de los equipos de Sheffield (Wednesday y United), y un combinado de internacionales ingleses. Acudieron 55,000 personas, y se recaudaron 7,500 libras, a las que unieron 2,700 más procedentes de periódicos locales y nacionales, y 15,000 más de una colecta ciudadana. Su frase había calado hondo.
Y siguió en el fútbol, pero no tuvo que emplearse como banderín de córner. Pronto fue entrenador de los juveniles del Wednesday y en 1971 ascendió a entrenador del primer equipo, al que cogió en segunda división en muy mala posición, con dieciséis derrotas y en grave riesgo de descenso, y tras estabilizarlo y salvarlo, logró dejarlo cerca del ascenso la temporada siguiente. Pero la siguiente temporada no fue mejor, y la nueva junta que presidia el club decidió cesarle, lo que le provocó una profunda decepción que le llevó a estar casi veinte años sin pisar el estadio de Hillsborough, el del Sheffield Wednesday. Después ocupó algunos cargos menores en el Leeds y en el otro club de la ciudad, el United.
Retirado, y apartado del fútbol, decidió finalmente en 1992 aceptar la invitación para asistir al clásico de la ciudad, siendo largamente ovacionado por ambas hinchadas en pie , algo que jamás se había visto ni se verá en Sheffield. Su declaración de amor al fútbol nunca fue olvidada en su ciudad, donde dice la leyenda que se redactaron algunas de las primeras reglas del fútbol y su figura de amable anciano con pierna ortopédica se convirtió en una imagen entrañable y adoraba por todos.
Dooley el dia de su homenaje |
Estatua en Bramall Lane |
El fútbol quizás no sería lo que es, sin el amor y los valores que personas como Derek Dooley demostraron hacia él.
....Que descanse en paz.
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